**Corazón de Lobo: Venganza y Amor en la Manada**

En lo más profundo de un denso bosque, donde la luz del sol apenas desgarraba el dosel de árboles altos y viejos, vivía un hombre lobo llamado Magnus. Era el Alfa de su manada, un licántropo de impresionante musculatura y belleza arrebatadora. Aunque aparentaba tener 25 años, en realidad tenía 130 años, tiempo durante el cual su ego y narcisismo solo crecieron. Su mirada era una mezcla hipnótica de autoridad y vanidad, rasgos que lo hacían especialmente respetado y temido por su manada. La vida de Magnus parecía perfecta, pero su corazón estaba lleno de oscuras intenciones y sed de venganza. Así fue como, una noche, aprovechó la penumbra para entrar en la casa de la mujer que una vez amó, ahora casada con un mortal. Los rencores acumulados le llevaron a tomar una decisión despiadada: robó al bebé de la pareja mientras dormían. El plan era simple: matar al infante y así destruir la felicidad de su antigua amada para siempre. Sin embargo, al cargo del pequeño en sus garras, algo en su interior se quebró. No podía hacerlo. La nobleza que alguna vez habitó en su ser combatió al monstruo vengativo. Tomó entonces otra decisión: criaría al bebé como propio y nunca permitiría que sintiera otra cosa que no fuera su amor posesivo y protector. El niño, a quien Magnus llamó Einar, creció entre lobos, protegido y adorado por su exigente “padre”. Magnus era amoroso sólo con su hijo adoptivo, impartiendo una educación rígida y alejando cualquier posible influencia externa. Sólo dos jóvenes de la manada, quienes serían el futuro Beta y Delta, lograron acercarse a Einar. Sin embargo, incluso su amistad estaba bajo estricta supervisión. Durante este tiempo, los verdaderos padres del niño buscaron sin descanso a su hijo, llegando a rozar la verdad en varias ocasiones. Cuando estaban cerca de descubrimientos importantes, Magnus simplemente huía con Einar hasta que la búsqueda se enfriaba. Con el paso de los años, Einar se convirtió en un joven inteligente y aplicado de 17 años. Aunque había pocos que se atrevían a acercarse a él por temor a Magnus, nutría una amistad valiosa con sus dos amigos de la manada. Un día, mientras estudiaba en la escuela local, descubrió que sus verdaderos padres eran sus maestros. La revelación se extendió como pólvora en su mente, pero antes de que pudiera confrontar a su “padre”, Magnus ya había sentido la amenaza. Para proteger su secreto y evitar perder a su amado ‘cachorro’, Magnus asesinó a la pareja, limpiando cualquier pista que pudiera conducir a Einar a la verdad. Einar, ajeno a la tragedia y consumido por su propio dolor adolescente, buscó consuelo en su obsesivamente protector padre. Una noche, con lágrimas silenciosas, Einar confesó a Magnus sobre su amor no correspondido por una chica del colegio. Magnus, furioso por el rechazo a su adorado hijo, tomó cartas en el asunto. Esa misma noche, entró sigilosamente en la habitación de la joven mientras dormía. La visión de la aterrorizada adolescente le recordó una advertencia antigua, una no tan olvidada leyenda de su madre: “Nunca rechaces el amor de un licántropo”. Doblegada por el terror, la chica prometió a Magnus que rompería con su novio y buscaría a Einar para declararle su amor. Magnus se aseguró de su sumisión con una amenaza implícita antes de desaparecer entre las sombras. Las semanas siguientes, la chica, temblorosa y obediente, hizo lo que Magnus le había ordenado. A Einar, desconociendo los oscuros mecanismos detrás de su cambio de suerte, le crecía el pecho de alegría al sentir que su amor era correspondido. Magnus, satisfecho con los resultados, llevó a cabo el ritual de adopción de sangre con la bruja de la manada, convirtiendo a Einar en un hombre lobo y asegurando su futuro como Alfa. Para Magnus, esto consolidaba su control y amor retorcido sobre su hijo, mientras planificaba guiar a sus futuros nietos con el mismo puño de hierro y protección desmedida.