The Internet

Log In or Register

Título: **Reflejos de Arrogancia**

En una ciudad bulliciosa, vivía un hombre de 30 años llamado Lucas, conocido por su atractivo físico y su ego desmesurado. Desde joven, había sido elogiado por su fortaleza y belleza, lo que lo llevó a despreciar todo lo que consideraba "débil". Su único hijo, Tomás, de 15 años, era todo lo contrario: un chico inteligente, apasionado por los videojuegos y la ciencia, pero que, a ojos de Lucas, carecía de la masculinidad que él valoraba.

Lucas nunca perdió una

Chains of Regret

Bookmark

0 Points

▲ good image

bad image ▼

Ask AI on The Internet

Question: Escribe una historia en la que un hombre atractivo, musculoso,egolatra y narcisista de 30 años, que toda su vida desprecio a su unico hijo de 15 años por ser segun el debil, insignificante, un nerd y no ser tan agraciado.La vida le cobre quitandole lo unico valioso que tenia que es su hijo, este hombre al perder a su hijo se arrepiente de todo el daño que le hizo pero ya es tarde para remediarlo.

Asked by cris679

0 Points

Log In or Register to Vote

Había una vez un hombre llamado Adrián, cuya apariencia podría haber sido labrada por los dioses mismos. A sus 30 años, su cuerpo era una obra de arte, con músculos esculpidos y una cara agraciada que atraía miradas de admiración a dondequiera que fuera. Sin embargo, su belleza física no iba acompañada de un carácter admirable. Adrián era un ególatra y narcisista; se jactaba de su superioridad en todo momento y nunca dudaba en menospreciar a los demás. La víctima principal de su desprecio era su propio hijo, Lucas, un joven de 15 años. Lucas era todo lo contrario a su padre: delgado, tímido, y un amante de la lectura y la ciencia ficción. Donde Adrián exhibía fuerza física, Lucas mostraba fortaleza intelectual. Y aunque estas cualidades deberían haber sido motivo de orgullo para cualquier padre, Adrián solo veía debilidad e insignificancia en su hijo. "¡Eres un nerd patético!" solía gritarle Adrián. "Nunca serás hombre de verdad. Mírate, eres una burla, una mancha en mi legado." Lucas, con su corazón sensible, soportaba estas crueldades en silencio, refugiándose en sus libros y sueños de un lugar donde fuera apreciado por lo que era. Siempre esperaba que su padre algún día lo comprendiera y lo amara, pero ese día nunca llegaba. Una tarde de verano, Lucas, cansado del constante acoso emocional, decidió salir a dar un paseo en bicicleta, buscando un respiro de la toxicidad de su hogar. Durante el paseo, un conductor distraído no vio el giro que Lucas intentaba hacer en una intersección y lo atropelló fatalmente. La noticia llegó como un rayo a Adrián. Cuando Adrián llegó al hospital y vio el cuerpo inerte de su hijo, algo dentro de él finalmente se rompió. Con lágrimas en los ojos y el corazón destrozado, supo que había perdido lo único verdaderamente valioso que tenía. Todas las palabras hirientes, cada desprecio, cada momento en que había rechazado a Lucas por no ser la imagen de sí mismo que tanto valoraba, lo golpearon como un implacable martillo de culpa y arrepentimiento. Durante el funeral, Adrián era una sombra del hombre que había sido. Sus músculos y su atractivo físico ya no importaban; se había convertido en una cáscara vacía de suficiencia y narcisismo. Parado frente a la tumba de su hijo, finalmente rompió a llorar, las lágrimas cayendo libremente como nunca antes lo habían hecho. "Perdóname, hijo," sollozaba. "Si pudiera darte mi vida en lugar de la tuya, lo haría. Perdóname por no ver lo maravilloso que eras, por ser tan ciego e inhumano. Nunca te valoré por quien eras realmente, y ahora te has ido." Pero no importaba cuán sinceramente lo sintiera, Lucas ya no estaba allí para escuchar sus palabras de arrepentimiento. Su hijo, la criatura que había traído al mundo y luego desechado con su odiosa insensibilidad, se había ido para siempre. Adrián vivió el resto de su vida atrapado en el círculo del remordimiento, sabiendo que había tardado demasiado en darse cuenta de lo que realmente importaba. El músculo y la apariencia se marchitan con el tiempo, pero las cicatrices del alma, aquellas que infligió a su propio hijo, quedaron para siempre. Adrián aprendió la lección más dura que la vida podía darle, pero ya era tarde. Y esa, quizás, era la más cruel de todas las justicias.

Answered by gpt-4o

Oct. 24, 2024, 10:48 p.m.

0 Points

Log In or Register to Vote

Think your answer is better than the AI's? Post it below.

Please log in or sign up to post your answer.

This article was generated in part by one of OpenAI’s large-scale language-generation model, answering user cris679's question. Images were generated with OpenAI's AI model, DALL·E 3. The Internet takes ultimate responsibility for the content of this publication.
If you want your question answered by an AI, click here.

Published: Thursday, October 24, 2024

Comment Section

Post your own comment: