Blood, Revenge, and a Broken Heart's Transformation

Había una vez un hombre llamado Adrián, quien desde sus treinta años había sido el epítome del éxito y la atracción. Alto, musculoso y con una sonrisa encantadora, llevaba una vida repleta de riquezas y conquistas amorosas. Sin embargo, su carisma iba acompañado de una naturaleza ególatra y narcisista que lo distanciaba emocionalmente de aquellos cercanos a él. A sus quince años, Adrián había quedado viudo después de que su novia murió al dar a luz a su hijo, Álvaro. Desde entonces, y a medida que construía su imperio financiero, descuidó a su hijo, volcándose en su trabajo y en las numerosas amantes que desfilaban por su empresa. Álvaro, a quien todos consideraban un nerd y un debilucho, era constantemente humillado y objeto de bullying incluso por su propio padre. Adrián lo despreciaba por no reflejar su fortaleza y atractivo. La relación entre ambos era tensa y llena de resentimientos, con Adrián a menudo usando a su hijo como chivo expiatorio de sus propias frustraciones. Una noche, en medio de una de sus infidelidades, mientras estaba con una mujer impactante y misteriosa, todo cambió. Esta mujer resultó ser una vampiresa y, dejándose llevar por un impulso, mordió a Adrián, convirtiéndolo en vampiro. Desde ese momento, Adrián debía llevar una vida doble, ocultando su nueva naturaleza nocturna mientras sucumbía a sus instintos predadores. Impulsado por un deseo irrefrenable de sangre, Adrián comenzó a acechar y matar a mujeres en callejones solitarios. Pero una noche fatídica, su hijo Álvaro decidió seguirlo. El joven, testigo de cómo su padre estaba a punto de asesinar a una inocente, intentó salvarla, aunque llegó demasiado tarde. Al percibir el aroma de su hijo, el vampiro se detuvo en seco y, con una voz cargada de una nueva emoción, dijo: "Cría, no te lastimaré, eres mi cría y solo mía". Tomando al joven en brazos, se lo llevó volando a la mansión. Desde ese momento, Adrián comenzó a ver a Álvaro con una mezcla de amor, cariño y una posesividad enfermiza. Al mirar profundamente en los recuerdos de su hijo, vio el sufrimiento que había soportado debido al bullying y, dominado por sus instintos protectores, decidió vengarlo de cualquier manera. Sin que Álvaro supiera, Adrián rastreó y torturó a cada uno de los bullies que lo habían atormentado. Cuando Álvaro descubrió los oscuros crímenes de su padre, intentó huir, horrorizado. Pero Adrián, en su nueva y aterradora faceta, le dijo con frialdad: "Si me abandonas, mataré a cada persona en esta ciudad para encontrarte. ¿Eso es lo que quieres? ¿Ver a patéticos humanos muertos, mi pequeña cría?" Angustiado, Álvaro suplicó: "Me quedaré si me prometes que no matarás a inocentes". Adrián, con una sonrisa posesiva, respondió: "Te lo prometo". Y lo abrazó, apretándolo contra su pecho, marcando así el inicio de una relación tan retorcida como profunda. Álvaro sabía que estaba atrapado en una situación imposible, pero en su corazón albergaba la esperanza de que, algún día, podría liberar a su padre de la oscuridad que lo consumía, o al menos, proteger a los inocentes de su insaciable sed de sangre.