Blood Echoes: A Vampire's Rebirth.

Hubo una vez un hombre llamado Alejandro, quien a los 30 años era conocido por su deslumbrante atractivo, su impresionante musculatura y su carácter ególatra y narcisista. Sin embargo, pocos conocían los oscuros secretos de su vida pasada. A los 15 años, quedó viudo cuando su joven novia murió al dar a luz a su hijo, Sebastián. Desde entonces, Alejandro había construido su fortuna con arduo trabajo, pero su dedicación al trabajo y sus múltiples amantes en su empresa le hicieron descuidar a su hijo. Sebastián, un joven inteligente pero físicamente débil, creció en un entorno de desprecio y humillación. Alejandro, cegado por su narcisismo, no podía entender ni tolerar la fragilidad de su hijo y lo sometía a constantes insultos y bullying, llamándolo "nerd" y "debilucho". Sebastián se refugiaba en sus libros y estudios, tratando de soportar su difícil vida con el único consuelo de su intelecto. Una noche, mientras Alejandro estaba en su oficina teniendo una aventura con una mujer deslumbrante, descubrió pronto que ella era más de lo que parecía. En un arrebato de pasión, la mujer, una vampiresa, le mordió y lo convirtió en un ser de la noche. A partir de ese momento, Alejandro comenzó a vivir una doble vida. A la luz del día, seguía siendo el hombre encantador y exitoso que todos conocían, pero bajo la oscuridad de la noche, se transformaba en un vampiro dominado por sus instintos más oscuros. Su instinto vampírico lo llevaba a matar mujeres en callejones solitarios, saciando su sed de sangre. Una noche, Sebastián, sospechando de la extraña conducta de su padre, decidió seguirlo. Con horror, vio a su padre atacando a una mujer inocente. En un intento desesperado por salvarla, Sebastián se interpuso, pero ya era demasiado tarde para la mujer. Alejandro, al reconocer al intruso, se dispuso a atacar. Sin embargo, al percibir el aroma de Sebastián, algo cambió en él. —Cría, no te lastimaré. Eres mi cría y solo mía —dijo Alejandro con una posesividad malsana. Tomando a Sebastián en sus brazos, Alejandro lo llevó volando a la mansión familiar. Allí, el joven vio un cambio perturbador en su padre. Ahora, Alejandro lo miraba con amor y cariño, pero también con una posesividad enfermiza. Utilizando sus poderes vampíricos, Alejandro entró en los recuerdos de Sebastián y, al descubrir el sufrimiento que su hijo había pasado por el bullying, decidió tomar venganza. Sin piedad, torturó y mató a cada uno de los acosadores de Sebastián, siguiendo sus instintos que le decían proteger y vengar a su cría a cualquier costo. Al enterarse de los crímenes de su padre, Sebastián intentó huir, horrorizado por las acciones de Alejandro. Pero su padre, con una mirada fría y una siniestra determinación, le dijo: —Si me abandonas, mataré a cada persona en esta ciudad hasta encontrarte. ¿Quieres ver a estos patéticos humanos muertos, mi pequeña cría? Desesperado por evitar más muertes, Sebastián se resignó y aceptó quedarse, con una condición: —Me quedo si me prometes que no matarás inocentes. Alejandro, en un raro momento de ternura vampírica, accedió con un abrazo posesivo, sellando un pacto oscuro entre padre e hijo, un amor retorcido nacido de la sangre y la venganza. Y así, comenzó una nueva y macabra existencia para Alejandro y Sebastián, atrapados en una danza infernal de amor, miedo y protección en la que los hilos de sus destinos estaban tejidos por la oscuridad.