Blood and Bonds: Redemption of Darkness.

Hace muchos años, en una ciudad moderna y vibrante, vivía un hombre llamado Alejandro. A los 30 años, Alejandro se había convertido en el epítome de la atracción física: musculoso, alto, con un rostro perfecto y una confianza exudando un narcisismo avasallante. Su magnetismo atractivo no era solo reconocido sino también que se sabía demasiado bien. Alejandro había sufrido una tragedia en su juventud; a los 15 años, su novia murió al dar a luz a su hijo, Esteban. Desolado, usó el dolor como combustible para construir su fortuna, dejando en el camino a su hijo. Esteban creció con la sombra de un padre ausente, entregado al trabajo y a sus numerosas amantes en la empresa. Esteban, en contraste, era un joven reservado, inmerso en sus libros y estudios. Era un nerd, débil a los ojos de su padre. Alejandro, incapaz de comprender a su hijo, lo humillaba abiertamente, colmándolo de desprecios y bullying. Esteban sufría en silencio, añorando un atisbo de afecto paterno que jamás llegaba. Una noche fatídica, el destino de Alejandro cambió radicalmente. Mientras estaba en medio de una lujuriosa velada con una mujer deslumbrante, sintió un placer inexplicable pero también dolor punzante: la mujer, una vampiresa, lo mordió por impulso, marcando el final de su humanidad. Alejandro se transformó en una criatura nocturna hambrienta de sangre. Dominado por instintos oscuros, el nuevo vampiro comenzó a cazar, eligiendo a sus víctimas en callejones solitarios. Su mente, aunque corrompida por la sed, seguía trazando estrategias para esconder su nueva naturaleza. Una de esas noches, mientras acechaba a su siguiente presa, Alejandro no se percató de que Esteban lo estaba siguiendo. Esteban, horrorizado al ver a su padre a punto de matar, intentó salvar a la inocente. Sin embargo, llegó demasiado tarde. Cuando Alejandro percibió la presencia del joven, un instinto diferente lo dominó al reconocer el aroma de su sangre. "Cría, no te lastimare. Eres mi cría y solo mía", dijo con voz cavernosa, e inmediatamente lo tomó y voló con él a la mansión familiar. Esteban estaba en estado de shock, todavía procesando la revelación del monstruo en que se había convertido su padre. Pero lo que más lo sorprendió fue la mirada de Alejandro: una mezcla de amor, cariño y una enfermiza posesividad. Lo que Esteban no sabía era que Alejandro había revivido sus recuerdos y, al ver el sufrimiento que su hijo había soportado, fue gobernado por la necesidad de proteger y vengar a su cría. Así, Alejandro comenzó a acechar a cada uno de los bullies de Esteban, torturándolos y matándolos sin piedad. Cuando Esteban se enteró de los asesinatos, quedó horrorizado. Intentó huir, pero Alejandro lo detuvo con una amenaza fría: "Si me abandonas, mataré a cada persona en esta ciudad para encontrarte. ¿Quieres ver a patéticos humanos muertos, mi pequeña cría?" Desesperado por evitar más muertes, Esteban accedió a quedarse, pero bajo una condición: "Me quedo si me prometes que no matarás a inocentes." Alejandro, con una sonrisa triunfante, lo prometió y envolvió a Esteban en un abrazo posesivo. A partir de entonces, Alejandro vivió una vida de terror y amor enfermizo, protegiendo a su hijo a cualquier costo, mientras Esteban buscaba desesperadamente una forma de liberar a su padre del oscuro destino que una vez cambió sus vidas para siempre.