"Bajo la Luna Eterna: La Sangre del Vínculo" - "El Vínculo Eterno"

En las sombras de la imponente mansión gótica, cuyo exterior parecía un castillo oscuro y siniestro, vivía Esteban, un vampiro atractivo, musculoso y de carácter egocéntrico. Aunque aparentaba tener 30 años, su verdadero tiempo sobre la tierra ascendía a 150 años. Había pasado su existencia despreciando a su único hijo, Mateo, un joven de 15 años tímido, enclenque y con una apariencia que Esteban consideraba insignificante. Mateo era un nerd por completo; su mundo giraba en torno a libros y computadoras, lo cual para Esteban era una vergüenza. El destino, como una tijera que corta el hilo de la vida de manera arbitraria, jugó una carta cruel. Una noche, mientras Mateo regresaba a casa después de una sesión de estudio, sufrió un trágico accidente de tránsito. Los médicos, después de luchar por salvarlo, determinaron que la mejor opción era desconectarlo de las máquinas que lo mantenían con vida. Esteban, por primera vez, sintió una punzada profunda en el alma que hacía mucho había olvidado que tenía. "¡No voy a permitir que mueras!", gritó, desafiando a los médicos. En un arrebato de desesperación, usó su aguda astucia y su velocidad sobrehumana para raptar a Mateo del hospital. Volando bajo la luz de la luna, Esteban llevó a su hijo a la mansión y lo depositó cuidadosamente en una mesa de piedra en un rincón oscuro del sótano. "Papá nunca permitirá que mueras," murmuró con los ojos llenos de una mezcla de miedo y determinación. Sus colmillos emergieron, y con una precisión letal, mordió el pálido cuello de su hijo. Mientras la esencia vital fluía entre ellos, Mateo abrió lentamente los ojos. El desesperado vampiro continuó su ritual, ofreciéndole sangre robada de una bolsa de sangre obtenida clandestinamente. Los meses pasaron, y Mateo comenzó a notar cambios significativos en su padre. El vampiro siempre arrogante y distante se convirtió en alguien protector, incluso amable. Sin embargo, la realidad no esperó a que su padre redimiera siglos de errores. Las autoridades tomaron nota del supuesto maltrato infantil que Mateo había experimentado, decididas a intervenir. Esteban, al enterarse por intermediarios sobornados dentro de la policía de los planes de las autoridades, reaccionó con furia. "¡Primero muerto que permitir que me quiten a mi hijo! ¡Él es mío y solamente mío!" Con un plan forjado en la bruma de la desesperación, hizo los preparativos para huir del país con Mateo, adoptando nuevas identidades y llevando consigo su inmensa fortuna. La traición de algunos policías, quienes habían informado a las autoridades de sus movimientos, selló su destino. En una noche sangrienta, Esteban eliminó a los traidores con una frialdad aterradora. "Haremos lo que sea necesario para sobrevivir, Mateo," dijo mientras empacaban sus vidas en un arca de oscuro lujo. "Ni el mismo cielo podrá separarnos ahora." Y así, el imponente vampiro y su recién convertido hijo desaparecieron en la negrura de la noche, dejando tras de sí un rastro que pronto se desvanecería en el aire. Esteban estaba dispuesto a sacrificar todo y a cualquiera para no perder nunca más a su hijo, consciente de que la eternidad, solitaria y cruel, no era un destino que deseaba para Mateo. Ahora, juntos, navegarían en el horizonte incierto, saboreando cada segundo de su vida inmortal, si acaso pudiera haber redención para un alma tan oscura.