Bajo el Sonido del Poder: La Guerra de los Hermanos Casillas --> La Guerra de los Hermanos Casillas

En las profundidades del submundo criminal de México, dos hermanos, Aurelio y Amado Casillas, conocidos como los capos de capos de la mafia, se enfrentaban no solo por el poder, sino también por el amor de un hombre que había marcado sus vidas de manera irrevocable. Aurelio y Amado habían crecido separados, siendo hijos de padres distintos. Aurelio siempre había visto en el joven policía, Javier, no solo a su mejor amigo de la infancia, sino también a su primer amor, aunque nunca se lo confesó. Cuando eran niños, Javier ganó una beca que lo llevó lejos de Aurelio, y con el tiempo se convirtió en un policía comprometido con la justicia. Amado, por su parte, conoció a Javier años después, cuando aún era un agente de la DEA. Forjaron una sólida amistad basada en el respeto y la confianza mutua. Sin embargo, Amado tuvo que dejar la DEA y se convirtió en un capo, alejándose de Javier, pero siempre guardando un rincón en su corazón para él. El destino los reunió cuando Javier, ahora investigando a los Casillas, fue capturado por ambos hermanos. Encerrado y atado, la tensión en la habitación era palpable cuando Aurelio se acercó a él. —Según mi código, debería matarte —le dijo Aurelio, mirándolo con una mezcla de resentimiento y deseo—. Pero haré algo mucho mejor. Te tomaré y te haré mío por todos esos años en que preferiste tu beca y me abandonaste. Después de esta noche, serás mío todas las noches. Siéntete honrado. Javier, sorprendido y confuso, apenas pudo procesar las palabras de Aurelio antes de que Amado interviniera con determinación. —Espera, Aurelio. Él es mío —dijo Amado, colocándose entre su hermano y Javier—. Por él abandoné la DEA, para poder darle la vida de un rey. Tal vez no lo recuerde, pero he estado a su lado incluso en sus momentos más oscuros. No pienso permitir que pongas tus manos en mi novio aunque él no lo sepa. El ambiente se llenó de una peligrosa tensión. Amado, tomando a Javier del brazo con un respeto y cariño palpable, se lo llevó consigo, marcando el inicio de una guerra entre los hermanos que hasta ese momento habían sido aliados inquebrantables. Aurelio, desbordado por la furia y los celos, juró que destruiría a su hermano por haberle arrebatado a su amor. Amado y Javier se quedaron juntos, y Amado, con su carácter fuerte pero cuidadoso y atento, trató a Javier con todo el respeto y cariño que podía ofrecer. A pesar de la lucha interna de Javier entre su deber como policía y la pasión que sentía por Amado, la intensidad de su amor por Amado terminó por superar sus dudas. Siete días después, Amado logró, con la ayuda de un juez corrupto, casarse con Javier por lo civil. Esa noche, en su noche de bodas, Amado hizo suyo oficialmente a Javier. Los sentimientos encontrados de Javier finalmente encontraron su lugar en la pasión que compartían. Mientras yacían juntos, Javier dejó escapar un deseo profundo. —Deseo que formemos una familia. Podríamos adoptar —dijo Javier, con una mezcla de esperanza y cariño en sus ojos. Amado, con una sonrisa genuina, besó suavemente a su esposo y respondió: —Haré lo que me pidas, mi reina. La guerra entre los hermanos Casillas continuó, pero dentro de ese amor prohibido y condenado por la violencia que los rodeaba, Javier y Amado encontraron un refugio, una promesa de un futuro que, aunque incierto, estaba lleno de amor y complicidad.