**Bajo el Sello del Egoísmo: La Caída de un Multimillonario y la Lucha por el Amor**

Había una vez un hombre llamado Victor, conocido en todo el mundo por ser extremadamente atractivo, musculoso, y multimillonario. A sus 35 años, había construido un imperio con su inteligencia despiadada y su falta de escrúpulos. Sin embargo, a pesar de todas sus riquezas y poder, Victor era un hombre cruel, arrogante, y narcisista, cegado por su propio reflejo y adicción al éxito. Nada en su vida podía ser más importante que sus negocios y sus múltiples amantes. A los 21 años, su esposa había dado a luz a su único hijo, Alex, y había fallecido en el parto. Desde ese momento, en lugar de atender a su hijo, Victor se sumergió aún más en su mundo de riqueza y poder, dejando que Alex creciera en la sombra de su inatención y maltrato. Para Victor, Alex era un debilucho, un nerd, y un perdedor, nada digno de su estima. Desconocía que su hijo, de apenas 14 años, padecía de una enfermedad terminal que lentamente lo consumía. Alex, cansado del infierno en el que vivía, decidió una noche enfrentar a su padre. La discusión fue violenta y amarga, y en su furia, Alex sufrió una crisis que lo hizo colapsar. Por primera vez, Victor sintió algo que nunca había sentido antes: culpa y remordimiento. Aterrorizado por la impotencia de perder lo único que realmente era suyo de sangre, llevó a Alex al hospital. Fue entonces cuando la verdad lo golpeó como un martillo: Alex estaba muriendo. La culpa se transformó en una ola arrasadora, y por primera vez en su vida, Victor le pidió perdón a su hijo. Alex, que no albergaba rencor, lo perdonó. Pasaron tres semanas llenas de una tregua frágil entre ellos, y por un breve momento, parecía que estaban en el camino de la reconciliación. Un día, mientras estaban en un campo disfrutando de una mera semblanza de paz, Alex tuvo una crisis severa. Desesperado, Victor lo cargó hasta su mansión, rogando y prometiendo que haría cualquier cosa por salvar a su hijo. En la oscuridad de la noche, exclamó: "Vendería mi alma y cualquier cosa para que mi hijo sobreviva y me ame". En ese instante, el aire se heló y una presencia oscura llenó la habitación. Satanás se le apareció, una sonrisa fría curvando sus labios. "Cualquier cosa, dices," musitó. Victor asintió sin vacilar. El demonio continuó, "Tu hijo vivirá y no tendrá nada malo a cambio de que tú seas mi instrumento. Tú serás el anticristo, llevarás a cabo mis planes y cambios. Juntos, dominaremos el mundo. No conocerás los patéticos sentimientos como la caridad, la humildad y el amor. Lo único que te importará será tu poder y tu hijo. Amarás a tu hijo, pero será un amor egoísta y posesivo. Matarás a todo aquel que intente apartarlo de ti. Dime, ¿aceptas el trato?" Victor, movido por el desesperado amor por su hijo, aceptó el trato sin dudarlo. En ese mismo momento, el mal encarnó en Victor. Al mirarse en el espejo, sus ojos brillaron con una fiebre demoníaca. "Ahora este mundo será nuestro," declaró mientras observaba a Alex descansar, ahora curado. Se acercó y lo abrazó, susurrando, "Cumplí mi promesa, pequeño. Vivirás. Ahora haré grandes planes para que dominemos el mundo juntos. Pasaremos tiempo padre e hijo, porque tú eres mío y solo mío." Esa misma noche, Victor encontró una carta sin abrir sobre la mesa. La abrió y descubrió que era una declaración de amor dirigida a su hijo. En un arranque de ira profundamente egoísta, quemó la carta, pero no antes de averiguar quién la había escrito. Esa noche, su amor enfermizo y posesivo lo llevó a asesinar a sangre fría al autor de la carta. Mientras lo mataba, murmuraba con frialdad, "Esto te lo buscaste por intentar quitarme lo que es mío. Mi hijo es mío y solo mío, y mataré a quien sea que intente separarlo de mí." Así empezó el reinado oscuro de Victor, un hombre reducido a la más cruel manifestación de egoísmo y poder, vinculado eternamente por el amor corrompido a su hijo, juntos como una fuerza imparable de destrucción y dominio.