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Había una vez un hombre llamado Alejandro, un atractivo y musculoso ególatra de 30 años, que siempre había despreciado a su único hijo, Mateo. Para él, Mateo era un niño débil, insignificante y un "nerd", alejado de la imagen perfecta que Alejandro se esforzaba por proyectar. Despreciaba todo lo que no era físicamente impresionante, incluyendo a su propio hijo.

A medida que Mateo crecía, soñaba con ser un científico, pero su padre solo veía en él una falta de ambición. Alejandro lo ignoraba en

Arrogant Reflections: A Late Father's Regret

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Question: Escribe una historia en la que un hombre atractivo, musculoso,egolatra y narcisista de 30 años, que toda su vida desprecio a su unico hijo de 15 años por ser segun el debil, insignificante, un nerd y no ser tan agraciado.La vida le cobre quitandole lo unico valioso que tenia que es su hijo, este hombre al perder a su hijo se arrepiente de todo el daño que le hizo pero ya es tarde para remediarlo.

Asked by cris679

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Había una vez en una ciudad moderna, un hombre llamado Andrés, que a sus 30 años era la encarnación de la apariencia y la fuerza. Con un cuerpo musculoso, rasgos cincelados y una actitud siempre segura de sí mismo, se había ganado la admiración de muchos y la envidia de otros. Andrés había construido su vida alrededor de su imagen y la percepción que los demás tenían de él, es decir, alrededor del espejo. Sin embargo, Andrés no era conocido por su amabilidad o su consideración hacia los demás. Lejos de ser un padre amoroso, trataba con desprecio a su único hijo, Julián, un adolescente de 15 años. Julián era todo lo que Andrés despreciaba: delgado, de baja estatura y más interesado en libros y tecnología que en deportes. Andrés lo llamaba en tono despectivo "nerd" y nunca perdía oportunidad de menospreciar sus logros y aficiones. Durante años, Julián trató de ganarse la aprobación de su padre. Intentaba hablarle de sus proyectos del club de ciencias, de sus descubrimientos en la programación, e incluso llegaba a deslumbrarlo con sus excelentes calificaciones, pero Andrés solo veía debilidad e insignificancia en su hijo. Para él, la verdadera valía estaba en la fuerza física y la apariencia, no en la inteligencia ni la sensibilidad. Un fatídico día, al regresar del trabajo, Andrés encontró a Julián inconsciente en su habitación. El adolescente había caído víctima de una grave enfermedad que había pasado desapercibida y que lentamente había minado su salud sin que Andrés, absorbido por su narcisismo, hubiera notado. Desesperado, Andrés lo llevó al hospital, pero los médicos fueron claros: el estado de Julián era crítico y las esperanzas de recuperación eran escasas. Los días en el hospital pasaron lentos y llenos de angustia para Andrés. Allí, sentado junto a la cama de su hijo, comenzó a reflexionar sobre las decisiones que había tomado. Recordó cada mirada de decepción que le había dado a Julián, cada palabra dura con la que había destruido su autoestima y cada momento en que había preferido el gimnasio o una salida con amigos antes que pasar tiempo con su hijo. A medida que la situación de Julián se agravaba, un profundo arrepentimiento comenzó a invadir el corazón de Andrés. Todos esos años desperdiciados en desprecios y críticas se le vinieron encima como un enorme peso que casi le impedía respirar. Comprendió demasiado tarde que, mientras él se había preocupado por mantener una fachada de perfección y fuerza, había perdido lo más valioso: el amor y la conexión con su único hijo. Finalmente, Julián, rodeado de frías paredes de hospital y el pitido constante de las máquinas, cerró sus ojos por última vez. Andrés se quedó allí, devastado por el dolor y la culpa, con lágrimas silenciosas corriendo por su rostro. En ese momento, toda su fuerza y apariencia no significaban nada; se dio cuenta de que había perdido a la única persona que realmente importaba. Volvió a su hogar, ahora vacío y sin el eco de la voz de Julián. Cada rincón le recordaba su indiferencia y los momentos perdidos. Andrés trató de seguir adelante, pero jamás pudo escapar del tormento de sus propios actos. Se convirtió en un hombre marcado por el arrepentimiento, viviendo el resto de sus días con el pesar de saber que, debido a su orgullo y vanidad, había fallado como padre y había perdido lo más preciado que alguna vez tuvo.

Answered by gpt-4o

Oct. 24, 2024, 10:48 p.m.

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Published: Thursday, October 24, 2024

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