Amor y Maldición: La Obsesiva Conquista de Aurelio Casillas

En algún rincón profundo de la selva maya, una antigua pirámide se alzaba imponente, guardando secretos y riquezas incalculables. El implacable Aurelio Casillas, conocido como "El Señor de los Cielos", se había aprovechado de aquel lugar, mandando a sus hombres a saquear los tesoros ocultos. Sin embargo, no esperaba que aquellos tesoros estuvieran protegidos por una antigua maldición. Apenas las riquezas fueron violentamente arrebatadas del templo, una energía oscura se liberó, alcanzando a Aurelio. Sentía que algo estaba cambiando en su interior, algo que su fuerza bruta no podía controlar. En medio de aquella expedición fallida, sus hombres habían retenido a un joven nerd y desgarbado, Alex, quien estaba estudiando la arquitectura del lugar. A primera vista, Aurelio sintió un impulso irracional, una atracción insana que jamás había experimentado. Perdido en esa sensación, ordenó a sus hombres que investigaran todo sobre el chico. Los informes revelaron que Alex tenía un novio, un quaterback del equipo de su universidad. Este detalle incendió el temperamento de Aurelio. Con un cruel frío, ordenó el secuestro del quaterback, y ante la mínima resistencia, lo mató sin remordimiento. Aurelio se había librado de cualquier obstáculo en su plan obsesivo. Semanas después, Aurelio se acercó a Alex, intentando seducirlo y proponiéndole ser su novio. Pero el joven, aún de luto por la muerte de su novio, lo rechazó rotundamente. "Nunca me fijaría en un mujeriego como tú, que cree que ser hombre es tener muchas mujeres," dijo Alex con determinación. La respuesta encendió la ira de Aurelio, pero su atracción enfermiza lo detuvo de cualquier acto violento. "Si fueras otro, te mataría. Pero tú me has vuelto loco y serás mío, quieras o no," declaró Aurelio. Viendo que sus tácticas de seducción fallaban, Aurelio urdió un plan más siniestro. Invitó a Alex a beber con él bajo el pretexto de sellar una tregua. Sin que el joven lo notara, Aurelio vertió un potente afrodisiaco en la bebida. Al verse afectado por la droga, Alex cayó presa de la manipulación del narcotraficante, culminando en un repentino matrimonio civil con Aurelio. La pasional primera noche en la mansión de Aurelio dejó al joven en un estado de confusión y temor. Despertó al día siguiente, descubriendo con horror el acta de matrimonio. Consciente del peligro que corrían su familia y él mismo, decidió someterse a su nuevo destino. Imponiendo una única condición a Aurelio, exigió que terminara con sus aventuras extramaritales y se dedicara únicamente a él. Aurelio, intrigado y dominado por su obsesión, accedió sin más. Con el tiempo, la posesividad de Aurelio sólo aumentó. Contrató a compañeros universitarios de Alex para que lo vigilaran constantemente y amenazó con matar a cualquiera que se atreviera a interferir. A solas, Aurelio era implacable en su amor y deseo, exigiendo exclusividad y demostrando una pasión que Alex no podía ignorar. Una noche, el espíritu del quaterback asesinado apareció ante Aurelio, jurando que le arrebataría a Alex de la misma manera que él se lo había arrebatado. Enfurecido, Aurelio le gritó al fantasma que lo eliminaría de nuevo si fuera necesario. La amenaza sólo aumentó su posesividad y la frecuencia de sus encuentros apasionados. "Siempre serás mío," murmuró Aurelio en una de esas noches intensas. Alex, atrapado entre el miedo y la tentación, respondía a sus caricias y declaraciones con un fervor que nunca pensó experimentar. La maldición había sellado su destino, y ahora, en los brazos del narco, se debatía entre el amor forzado y el peligro constante. Nadie podría romper el lazo que la antigua maldición había tejido entre ellos. En un mundo dominado por la crueldad y el poder, Aurelio se mantenía firme en su resolución: Alex sería suyo, para siempre.