### Amor y Maldición: Encuentro de Aurelio Casillas

En las tenebrosas entrañas de la selva guatemalteca, un grupo de hombres armados irrumpió en las ruinas de un antiguo templo maya. Liderados por Aurelio Casillas, el temido narco conocido como "El Señor de los Cielos", saqueaban las riquezas sagradas sin reparos. Sin embargo, en su codicia, despertaron una maldición ancestral que cambiaría la vida de Aurelio para siempre. Entre los secuestrados durante el asalto, se encontraba un joven nerd, delgado y poco atractivo llamado Samuel, quien estaba estudiando la arquitectura del templo. Sus gafas grandes y el cabello despeinado contrastaban fuertemente con la presencia viril y musculosa de Aurelio. Pero algo extraño sucedió en cuanto el narco puso sus ojos en él; una insólita obsesión emergió. Aurelio, desconcertado por los sentimientos que emergían en su pecho, ordenó investigar todo sobre Samuel. Necesitaba saber cada detalle, porque el joven sería suyo. Esa noche, se acercó a él con una mezcla de intimidación y seducción. "Vas a ser mi novio," le dijo Aurelio, sus ojos chispeantes de deseo. Samuel, sorprendido y asustado, respondió con firmeza: "Nunca me fijaría en un mujeriego que se cree grande por tener muchas mujeres." La furia estalló brevemente en el rostro de Aurelio, pero se contuvo. "Si fueras otra persona, te mataría. Pero tú... me has vuelto loco. Serás mi novio y solamente mío." El narco estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para ganar el amor de Samuel. Sin embargo, sus intentos fallaban una y otra vez. Finalmente, una noche, tomó una decisión drástica. Se acercó al joven y le dijo: "Te dejaré tranquilo, pero antes, bebamos algo por la paz." Samuel, sin sospechar nada, aceptó. Aurelio había puesto un potente afrodisíaco en la bebida, y tras consumirla, Samuel fue incapaz de resistir. Bajo la influencia de la sustancia, fue llevado a casarse civilmente con Aurelio. Más tarde, en la opulencia de la mansión del narco, tuvieron relaciones sexuales. Aurelio, con un tono posesivo, susurró: "Eres mío. Mataré a cualquiera que se atreva a tocarte." A la mañana siguiente, Samuel despertó confundido y asustado, viendo el acta de matrimonio. Pensó en su familia; sabía que cualquier intento de huir podría ponerlos en peligro. Con resignación, decidió quedarse con Aurelio. "Si de verdad me amas, debes terminar con tus aventuras extramaritales y solo estar conmigo," le pidió Samuel, intentando poner algún límite. Aurelio, atrapado por la maldición del amor, aceptó sin dudar. Con dinero y amenazas, se deshizo de todas sus amantes, dedicándose exclusivamente a Samuel. Con cada día que pasaba, Aurelio se volvía más posesivo y celoso. Contrató incluso a los compañeros de Samuel para que lo vigilaran constantemente. El joven vivía atrapado entre el miedo y una inesperada dicha; no podía negar el placer que sentía durante las noches apasionadas con Aurelio. Ahora comprendía por qué tantas mujeres se volvían locas por el narco. En los momentos de intimidad, Aurelio ordenaba a sus hombres no interrumpir bajo amenaza de muerte. "Si te atreves a interrumpir mientras estoy con mi amado, recibirás un balazo en la frente," advertía. Samuel, a pesar de todo, comenzó a desarrollar sentimientos ambiguos. La mezcla de terror y pasión, de dominación y deseo, lo mantenía en una encrucijada emocional. Aunque Aurelio había conseguido atraparlo físicamente y poseerlo, el verdadero enlace de sus corazones seguía siendo una incógnita, una subyugación tan antigua y poderosa como la maldición maya que los unió.