Amor y Maldición: El Encantamiento de Aurelio Casillas y el Poder del Verdadero Amor

Aurelio Casillas, el temido narco conocido como el "Señor de los Cielos", famoso por su virilidad y su naturaleza cruel hacia las mujeres que lo habían traicionado, jamás había temido a nada ni a nadie. Su crueldad no conocía límites, y su aura de poder y misterio atraía a innumerables mujeres que se disputaban su atención. Sin embargo, su vida dio un giro inesperado y fatídico cuando sus hombres asaltaron un antiguo templo maya en busca de riquezas. En el interior del templo, encontraron un misterioso amuleto cubierto de inscripciones que ninguno de ellos entendía. Sin más, se lo llevaron junto a los demás tesoros. En esos mismos terrenos, un joven nerd llamado Diego, feo y débil pero apasionado por la arquitectura, estaba realizando investigaciones sobre la estructura del lugar. Los hombres de Aurelio lo retuvieron, sin imaginar que este joven cambiaría la vida de su temido líder. Diego fue llevado directamente al campamento de Aurelio. Cuando el narco lo vio por primera vez, algo dentro de él cambió; una obsesión incontrolable lo invadió, un sentimiento que jamás había experimentado. Aquella obsesión creció hasta convertirse en una necesidad de tenerlo a su lado a toda costa. Ordenó que le investigaran todo sobre Diego, desde su familia hasta sus preferencias y manías. Aurelio no podía entender por qué se sentía tan atraído por él, pero estaba seguro de una cosa: Diego sería suyo. Se acercó a él con la seguridad que lo caracterizaba, intentando seducir al joven con su presencia imponente. —Sé que te parezco irresistible, —le dijo Aurelio, con un tono cargado de autoconfianza—. Serás mi novio, Diego, lo quieras o no. El joven lo miró con desdén y contestó con firmeza: —Nunca me fijaría en un mujeriego que cree ser un gran hombre por tener muchas mujeres. Las palabras de Diego encendieron la ira de Aurelio quien, con una mezcla de rabia e impotencia, respondió: —Si fueras otra persona, ya estarías muerto, pero tú me has vuelto loco. Te digo que serás mi novio y solamente mío. Determinado a conquistar a Diego a cualquier precio, Aurelio recurrió a métodos que nunca se hubiera imaginado usar. Intentó todas las estrategias posibles, pero sin éxito. Hasta que, una noche, decidió usar algo más drástico. —Te dejaré tranquilo, —le dijo a Diego con una sonrisa que mezclaba cansancio y astucia—. No acostumbro perder, pero antes, podríamos beber algo por la paz. Diego, sin saber lo que realmente tramaba Aurelio, aceptó la bebida. El narco había añadido un potente afrodisíaco, y pronto, el joven se encontró cayendo en los deseos instigados por la sustancia. La pasión consumió la noche, y Diego terminó casándose civilmente con Aurelio, bajo los efectos de la droga. Cuando el joven despertó al día siguiente y vio el acta de matrimonio, comprendió la gravedad de la situación. Sabía que intentar huir podría poner en peligro a su familia, así que, resignado, decidió quedarse con el narco. —Si de verdad me amas —le dijo Diego mirando directamente a los ojos—, debes terminar con tus aventuras extramaritales y estar solo conmigo. Aurelio, embelesado y sometido ante el amor de su "reina", aceptó y puso fin a sus relaciones con otras mujeres. Su posesividad y celos alcanzaron nuevos límites. Contrató a varios compañeros de estudio de Diego para que lo cuidaran y vigilaran en todo momento. Aunque el joven temía al narco, también se sentía dichoso durante las noches que pasaba en sus brazos. Nunca imaginó que alguien como Aurelio pudiera hacerle sentir así. Cada día, la obsesión de Aurelio crecía más hasta niveles insospechados. Le ordenaba a sus hombres que no los molestaran mientras disfrutaba de su tiempo con Diego, advirtiendo sobre las consecuencias mortales de interrumpirlos. Y así, entre la pasión, el temor y la obediencia, Diego comprendió por qué tantas mujeres se morían de amor por Aurelio Casillas, quien, a pesar de todo, había encontrado en él a su único y verdadero amor.