**Amor Inesperado en Ruinas Mayas**

Era una noche oscura y opresiva en la selva de Yucatán cuando Aurelio Casillas y su banda incursionaron en un antiguo templo maya, en busca de riquezas ocultas. Los murmullos de advertencia de los ancianos del pueblo local sobre la maldición fueron desoídos por completo. Aurelio, indomable y orgulloso, lideró la incursión con su característica audacia, sin saber que sus actos desencadenarían consecuencias imprevisibles. Entre los objetos saqueados, uno de sus hombres agarró una estatuilla pequeña pero imponente, tallada con detalles finos y bañada en oro. Sin embargo, el misticismo del lugar les jugó en contra: la maldición que acompañaba a la estatuilla se activó, buscando su venganza. Aurelio había escuchado historias de maldiciones, pero nunca creyó en ellas. Hasta que, poco después, empezó a sentirse diferente. La maldición había encontrado una forma de atormentarlo: haría que el temido narco se enamorase perdidamente de alguien completamente opuesto a sus gustos e intereses. Mientras Aurelio intentaba idear maneras de expandir su imperio con sus nuevas riquezas, un joven nerd y desgarbado apareció estudiando la arquitectura del templo saqueado. Sus gafas gruesas, su pelo desordenado y su frágil constitución lo hacían destacarse en medio de la selva. Su nombre era David, un estudiante de arquitectura apasionado por las antiguas civilizaciones. Desde el primer momento en que sus ojos coincidieron, Aurelio sintió un ardor en el pecho que nunca antes había experimentado. No era atracción física únicamente; era una obsesión profunda y convulsa. "Investiguen todo acerca de él", ordenó Aurelio a sus hombres, su voz grave y decidida. "Ese chico será mío y de nadie más". Los hombres de Aurelio cumplían sin preguntar, pues conocían la furia de su líder. Rápidamente recabaron toda la información sobre David: sus hábitos, sus gustos, su vida personal. Aurelio, ahora completamente dominado por la maldición, se lanzó a seducir al joven nerd. Un día, disfrazado con una aparente humildad, Aurelio se acercó a David, creando un encuentro casual. Habló con dulzura, una faceta nunca vista por sus enemigos ni sus aliados. David, aunque desconfiado al principio, fue cediendo ante la persistencia y la atención de Aurelio. Hasta que una noche, bajo la luz de las estrellas, Aurelio le propuso ser su novio, confiado en su encanto y sin aceptar un no como respuesta. David, sin miedo y movido por convicciones firmes, respondió: "Nunca me fijaría en un mujeriego que por tener muchas mujeres se crea un gran hombre". La furia de Aurelio se desató en ese instante, pero la maldición lo impedía actuar como solía hacerlo. Con los puños apretados y el rostro enrojecido, contuvo su rabia y dijo con voz temblorosa por la emoción: "Si fueras otra persona, te mataría. Pero tú me has vuelto loco y te digo: serás mi novio y solamente mío." David, manteniendo su postura, afrontó la encrucijada con valentía. Aurelio, por su parte, estaba decidido a hacer cualquier cosa para ganarse el amor del joven. Sus métodos harían temblar a cualquier mortal, pero para David, un corazón libre y sin miedo, sería necesario mucho más que poder y amenazas para ser conquistado. Así comenzó una lucha intensa y desgarradora entre la voluntad implacable de un narcotraficante enamorado y la firmeza de un idealista, buscando un equilibrio en medio de la oscuridad y la redención que Aurelio nunca había pensado necesitar.