En el majestuoso reino de Liones, donde la magia y las aventuras están a la orden del día, los Siete Pecados Capitales no solo enfrentan demonios y titanes, sino que también lidian con hechizos bastante inusuales. Esta es la historia de un pequeño incidente que le ocurrió a Merlin, la poderosa hechicera, cuando un hechizo salió muy mal.
Todo comenzó una soleada mañana cuando los Siete Pecados Capitales estaban reunidos en el Boar Hat, la posada móvil regentada por Meliodas. Merlin, siempre rodeada de libros y pergaminos antiguos, estaba trabajando en un nuevo hechizo. Su intención era crear un poderoso encantamiento de protección, pero algo falló en la pronunciación (probablemente porque Hawk, el cerdito parlante, estaba coreando "¡más comida, más comida!" a gritos).
De repente, un destello de luz rosa envolvió el lugar y, al disiparse, Merlin, en lugar de la respetable hechicera que todos conocían, apareció vistiendo... ¡un pañal! Sus ropas elegantes habían desaparecido, y en su lugar tenía un conjunto de bebé completo, con un gorrito y un chupete.
Ban, el Pecado de la Avaricia, fue el primero en romper el silencio. "¡Caramba, Merlin! Siempre quise verte en algo diferente, pero esto se pasó de original."
Dianne, quien había reducido su tamaño mágico para caber en la posada, se echó a reír. "¡Qué mona estás, Merlin! Parece que hasta los hechiceros necesitan cuidados especiales a veces."
Escanor, quien solo podía sentirse valiente durante el día, se ruborizó al verla y no encontró palabras. El valiente Rey, ligeramente encogido a su tamaño de hadas, revoloteaba alrededor de Merlin, agitando una pequeña sonajera, seguramente intentando ser útil, aunque sin demasiado éxito.
Merlin, con una expresión de absoluta resignación, trató de pronunciar un contra-hechizo, pero cada vez que intentaba hablar, el chupete en su boca hacía que solo emitiera adorables balbuceos infantiles. Meliodas, con su eterna cara traviesa, decidió divertirse un poco a costa de la hechicera. "Creo que a nuestro pequeño genio le vendría bien un biberón," dijo mientras le daba una taza de leche.
"Pero, ¿quién será el encargado de cambiarle el pañal si hace alguna travesura?" preguntó Gowther, el ser artificial, con su tono invariablemente sereno pero con una chispa de curiosidad. Todos dieron un paso atrás instintivamente.
Merlin finalmente quitó el infame chupete de su boca y, con la voz más seria que podía, replicó: "Prometo que, cuando regrese a mi estado normal, los convertiré a todos ustedes en diferentes criaturas hasta que aprendan a no burlarse de mí."
Elizabeth, siempre amable y considerada, tomó el control de la situación con una sonrisa compasiva. "Vamos, todo esto ha sido un accidente. Merlin, intentaré ayudarte a revertir el hechizo. Mientras tanto, tal vez podamos hacer esto menos incómodo para ti."
Y así, después de muchas risas, comentarios sarcásticos y un esfuerzo combinado para encontrar una solución mágica, Elizabeth y Merlin (a quien le costaba un poco andar con el pañal) lograron revertir el hechizo. En cuestión de minutos, Merlin estaba de vuelta en su forma habitual, aunque con una ligera expresión de "venganza" en sus ojos.
"Bueno," dijo Meliodas con una sonrisa pícara, "creo que esto nos enseña que no debemos subestimar a los bebés ni a los pañales mágicos."
Merlin, sacudiéndose el polvo imaginario de su manto, replicó con una media sonrisa: "Y a vosotros os enseña no molestar a una hechicera, sin importar en qué estado esté.” Una aurora de magia comenzó a emanar de ella, mientras todos los demás retrocedían lentamente, solo por precaución.
Así terminó un día más en la vida de los Siete Pecados Capitales, lleno de risas, aprendizajes y uno que otro hechizo mal logrado. Todo en el maravilloso y siempre impredecible reino de Liones.
This story was generated by user losafg with assistance by one of OpenAI’s large-scale language-generation model; prompts used to help generate the story are shown below.
Images were generated with OpenAI's AI system, DALL·E 2, or uploaded by the user.
Prompt: Crea una historia de nanatsu no taizai, donde merlin use pañal por un hechizo y que la traten como bebe
Response: En el majestuoso reino de Liones, donde la magia y las aventuras están a la orden del día, los Siete Pecados Capitales no solo enfrentan demonios y titanes, sino que también lidian con hechizos bastante inusuales. Esta es la historia de un pequeño incidente que le ocurrió a Merlin, la poderosa hechicera, cuando un hechizo salió muy mal. Todo comenzó una soleada mañana cuando los Siete Pecados Capitales estaban reunidos en el Boar Hat, la posada móvil regentada por Meliodas. Merlin, siempre rodeada de libros y pergaminos antiguos, estaba trabajando en un nuevo hechizo. Su intención era crear un poderoso encantamiento de protección, pero algo falló en la pronunciación (probablemente porque Hawk, el cerdito parlante, estaba coreando "¡más comida, más comida!" a gritos). De repente, un destello de luz rosa envolvió el lugar y, al disiparse, Merlin, en lugar de la respetable hechicera que todos conocían, apareció vistiendo... ¡un pañal! Sus ropas elegantes habían desaparecido, y en su lugar tenía un conjunto de bebé completo, con un gorrito y un chupete. Ban, el Pecado de la Avaricia, fue el primero en romper el silencio. "¡Caramba, Merlin! Siempre quise verte en algo diferente, pero esto se pasó de original." Dianne, quien había reducido su tamaño mágico para caber en la posada, se echó a reír. "¡Qué mona estás, Merlin! Parece que hasta los hechiceros necesitan cuidados especiales a veces." Escanor, quien solo podía sentirse valiente durante el día, se ruborizó al verla y no encontró palabras. El valiente Rey, ligeramente encogido a su tamaño de hadas, revoloteaba alrededor de Merlin, agitando una pequeña sonajera, seguramente intentando ser útil, aunque sin demasiado éxito. Merlin, con una expresión de absoluta resignación, trató de pronunciar un contra-hechizo, pero cada vez que intentaba hablar, el chupete en su boca hacía que solo emitiera adorables balbuceos infantiles. Meliodas, con su eterna cara traviesa, decidió divertirse un poco a costa de la hechicera. "Creo que a nuestro pequeño genio le vendría bien un biberón," dijo mientras le daba una taza de leche. "Pero, ¿quién será el encargado de cambiarle el pañal si hace alguna travesura?" preguntó Gowther, el ser artificial, con su tono invariablemente sereno pero con una chispa de curiosidad. Todos dieron un paso atrás instintivamente. Merlin finalmente quitó el infame chupete de su boca y, con la voz más seria que podía, replicó: "Prometo que, cuando regrese a mi estado normal, los convertiré a todos ustedes en diferentes criaturas hasta que aprendan a no burlarse de mí." Elizabeth, siempre amable y considerada, tomó el control de la situación con una sonrisa compasiva. "Vamos, todo esto ha sido un accidente. Merlin, intentaré ayudarte a revertir el hechizo. Mientras tanto, tal vez podamos hacer esto menos incómodo para ti." Y así, después de muchas risas, comentarios sarcásticos y un esfuerzo combinado para encontrar una solución mágica, Elizabeth y Merlin (a quien le costaba un poco andar con el pañal) lograron revertir el hechizo. En cuestión de minutos, Merlin estaba de vuelta en su forma habitual, aunque con una ligera expresión de "venganza" en sus ojos. "Bueno," dijo Meliodas con una sonrisa pícara, "creo que esto nos enseña que no debemos subestimar a los bebés ni a los pañales mágicos." Merlin, sacudiéndose el polvo imaginario de su manto, replicó con una media sonrisa: "Y a vosotros os enseña no molestar a una hechicera, sin importar en qué estado esté.” Una aurora de magia comenzó a emanar de ella, mientras todos los demás retrocedían lentamente, solo por precaución. Así terminó un día más en la vida de los Siete Pecados Capitales, lleno de risas, aprendizajes y uno que otro hechizo mal logrado. Todo en el maravilloso y siempre impredecible reino de Liones.
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