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This story was generated by user losafg with assistance by one of OpenAI’s large-scale language-generation model; prompts used to help generate the story are shown below.
Images were generated with OpenAI's AI system, DALL·E 2, or uploaded by the user.
Prompt: Escribe una historia, con estos personajes, ana de 25 años, badry de 1 año y 9 meses, roxana de 42 años. Ana es la mama badry y es nuera de roxana. Creame una historia donde roxana castiga a ana por haberlo pegado a badry. Hace que ana use un pañal de bebe talla pequeña que le quedaba perfecto porque ella tenia un trasero delgado y suave como de un bebe, y haga cosas de bebe(tu crea las cosas) Y al final ana se hace popo en su pañal y roxana se burla y le dice un comentario con una lección. Que la historia tenga dialogos y hagan comentarios al trasero de ana.
Response: Ana se encontraba en la cocina tratando de preparar un almuerzo decente cuando escuchó a su pequeño Badry de un año y nueve meses llorar en la sala. Suspirando, dejó lo que estaba haciendo y fue a ver qué sucedía. Para su sorpresa, Badry estaba tirando sus juguetes por todas partes, y en medio de su frustración, le dio una pequeña nalgada. En ese preciso instante, Roxana, su suegra de 42 años, apareció en el umbral de la puerta. Su mirada fulminante hizo que Ana se sintiera diminuta. “¡Ana, no puedo creer que le hayas pegado a Badry!” exclamó Roxana. Intentando defenderse, Ana balbuceó, “Roxana, no fue fuerte... él estaba...” “No quiero escuchar excusas”, la interrumpió Roxana. "Si él es un bebé, entonces tú también deberás comportarte como uno para aprender la lección." Ana arqueó una ceja, confundida. “¿Qué quieres decir?” Roxana desapareció y regresó rápidamente con un pañal de bebé talla pequeña en la mano. Ana miró lo que sostenía Roxana y sintió un nudo en el estómago. “Ponte esto”, ordenó Roxana. “¿Qué? ¿Estás bromeando, verdad?” replicó Ana con incredulidad. “Estoy completamente seria”, dijo Roxana. “Si lastimas a Badry, te someterás a las mismas condiciones que él. Un pañal debería ser suficiente para recordarte cómo se siente ser indefenso.” Después de una breve resistencia, Ana cedió. Se dirigieron al cuarto de baño y Roxana le ayudó a ponerse el pañal, que, sorprendentemente, le quedaba perfecto. Roxana observó su trasero delgado y suave y soltó una risita, “Pero mira eso, tienes el trasero de un bebé de verdad.” Ana se sonrojó intensamente pero no dijo nada. Roxana, en su papel de "niñera", comenzó una serie de actividades que Ana debía realizar como si fuera una bebé. La primera tarea fue beber de un biberón sentada en una sillita alta. Badry miraba con fascinación mientras su madre se esforzaba por mantener la dignidad. “¡Vamos, Ana! ¡Di 'mamá'!” la instó Roxana. “Roxana, esto es ridículo”, se quejó Ana, mientras un hilillo de leche le caía por el mentón. “Di 'mamá' o no te sacaré de esa sillita”, insistió Roxana. “M-mamá”, murmuró Ana avergonzada. “No te escuché, pequeña Ana”, respondió Roxana con voz burlona. “Mamá”, repitió Ana más alto esta vez. “Mucho mejor”, comentó Roxana con una sonrisa engreída. Luego, llegó el turno de jugar con los juguetes de Badry. Mientras Ana se arrastraba por el suelo su trasero en pañales resultaba un espectáculo particularmente divertido para Roxana, quien no paraba de lanzar comentarios sarcásticos. “¡Mira cómo gateas! Si no supiera cuántos años tienes, pensaría que eres una auténtica bebé. ¡Incluso tu trasero encaja perfectamente en ese pañal pequeño!” Ana intentó ignorar las burlas y centrarse en los juguetes, pero por dentro hervía de vergüenza. Pero lo peor estaba por llegar. Después de un rato de juego, Ana sintió un retortijón en su estómago. Miró a Roxana con ojos suplicantes, “Roxana, por favor... necesito ir al baño.” Roxana sonrió con malicia y dijo, “Los bebés no usan el baño, Ana. Te compraste el castigo, ahora lidia con ello.” Ana trató de evitarlo, pero pronto no pudo resistir más y terminó haciendo popó en el pañal. Se sintió absolutamente humillada mientras Roxana se acercaba a inspeccionar. “¡Vaya, Ana! ¡Parece que alguien realmente es un bebé!”, dijo Roxana riendo. “Espero hayas aprendido tu lección: las acciones tienen consecuencias y a veces, para entender lo indefensos que son los pequeños, los grandes debemos experimentar sus dificultades. Ahora, ¿quién necesita un cambio de pañal?” Ana bajó la cabeza, sintiendo una mezcla de vergüenza y comprensión. “Yo... lo siento, Roxana. Entiendo lo que intentabas enseñarme.” Roxana asintió, ligeramente más suave, “Bien, Ana. No lo olvides la próxima vez. Ahora, vamos a limpiarte.” Así, Ana aprendió de una manera bastante inusual que, aunque la crianza puede ser exasperante, la paciencia y el cuidado siempre son necesarios. Y, por supuesto, nunca volvió a repetir el error de darle una nalgada a Badry.
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